
Durante el Renacimiento (siglos XV y XVI), se popularizaron las ideas de humanismo, determinando una nueva postura del hombre ante el mundo. Durante esta época, se hizo un retorno al racionalismo y a la filosofía grecorromana, donde el arte era una actividad intelectual creadora, y no un simple trabajo manual.
En cuestión de estética, el arte se basaba tanto tanto en la antigüedad clásica, buscando respetar las proporciones áureas para plasmar la verdadera belleza a través de la geometría, pero, contradictoriamente, también se basaba en la estética medieval, arte funcional para la alabanza de Dios, por lo que el resultado era un concepto de belleza que oscilaba entre la concepción realista de imitación con una visión ideal de perfección sobrenatural.
Una de las características estéticas que resaltan es el gusto medieval de retratar plantas y animales, sobre todo, con la intención de darles un significado metafórico extra a las obras. Otra veces, y debido a los descubrimientos de exploradores que buscaban expandir las fronteras del saber y del comercio, se conocían criaturas nuevas que se volvían parte de la moda del momento, y aunque no sabían bien cómo eran o en qué entorno natural vivían, aparecían en diversas pinturas para dar una apariencia de seguir las tendencias del momento.













