El tarot siempre ha causado fascinación en la mayoría de las personas. Ya sea por las figuras retratadas en la baraja o por los misterios que se revelan al hacer una lectura de los arcanos. Las primeras referencias que se hacen sobre este mazo de cartas tan singular datan de un Milán en el siglo XV, hecho para el matrimonio entre Francesco Sforza y Bianca Maria Visconti, la familia dominante del Milanesado.

I tarocchi constan de 78 cartas divididas en arcanos –o secretos– mayores y menores. Los 22 arcanos mayores se conocen como triunfos; esotéricamente, éstos tienen una imagen arquetípica que dependiendo de su posición (derecha o inversa) tendrá diversos significados, y para el juego, el número romano define su poder. Los 56 arcanos menores están divididos en cuatro palos: las bajas o falsas y los honores o figuras como lo son la Sota, la Reina, el Rey y el Caballero. Los palos son los mismos que en la baraja común la nobleza, simbolizada por las espadas; los campesinos, por los bastos; el clero, por las copas, y los comerciantes, por los oros, los que se cree que eran los cuatro niveles sociales durante los tiempos medievales.
Esta fascinación sobre la lectura de símbolos que ayudan a develar sueños, percepciones, estados emocionales e incluso hasta predecir el futuro, han inspirado a diversos artistas. Ejemplo de ello son Salvador Dalí y Niki de Saint-Phalle, dos artistas que, teniendo contextos diversos, vieron en estas cartas inspiración para crear algo nuevo, diferente, evidentemente plasmando sus distintivos estilos en ello.

Dalí necesita poca presentación. Nacido en su amado Figueras el 11 de mayo de 1904, fue uno de los exponentes más reconocidos del surrealismo tanto por sus obras oníricas como por su personalidad narcisista y bigotuda. Incursionó en distintos formatos: pintura, escultura, poesía, fotografía, cine, teatro… Incluso fue de los primeros en hacer “happenings” cuando llegó a la Sorbona de París en un Rolls Royce repleto de coliflores. El 23 de enero de 1989, a sus 84 años, muere por un paro cardiorespiratorio mientras escuchaba a Tristán e Isolda de Wagner, su disco favorito.
Dalí adoraba los simbolismos: entre los relojes derretidos, los elefantes-obelisco de largas patas, los huevos y los caracoles, el tarot no le fue indiferente. A principios de la década de 1970, Dalí comenzó a trabajar en sus propias cartas del tarot ilustradas para la película de James Bond Live and Let Die. Aunque fue un prop que jamás se utilizó por el alto costo del arte de Dalí, éste terminó la baraja 10 años después.

Por otro lado, Niki de Saint-Phalle nació en Neuilly-sur-Seine, París el 29 de octubre de 1930. Tuvo una infancia difícil; fue abusada por su padre y su madre constantemente le recordaba que nunca fue deseada y la culpaba por las infidelidades de su esposo. A pesar de esto, el arte la llamaba, y aunque nunca tuvo una formación académica, sus obras buscaban reivindicar el feminismo a través de sus “Nanas” –mujeres con grandes senos y glúteos–, criticar al patriarcado y conflicto socio-culturales, y dar una voz a las enfermedades mentales y al VIH-SIDA.
Para ella el tarot representaba un mundo mágico. Es por lo mismo que creó un parque de esculturas monumentales llamado Giardino dei Tarocchi (Jardín del Tarot) inspirada en Gaudí y el Parque Güells. En 1979 adquirió tierras en Garavicchio, en la Toscana, y lo terminó en terminó en 1998, casi 20 años después. Con este jardín la escultora coronó el sueño de su infancia, crear un espacio surreal lleno de citas, pensamientos, espacios de reflexión, detalles y texturas. Se inauguró cuatro años antes de la muerte de la artista, que falleció el 21 de mayo de 2002.
¿Conocen el significado de los arcanos mayores?





















