El robo al museo Isabella Stewart Gardner y los problemas de seguridad

Fotografía del patio interno de la casa de Isabella Stewart Gardner, un pequeño paraíso en una casa inspirada en la arquitectura de los palacetes toscanos. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Isabella_Stewart_Gardner_Museum#/media/File:Isabella_Stewart_Gardner_Museum_Boston_November_2016_002.jpg

Boston –y el mundo entero–, cayó en conmoción el 18 de marzo de 1990, cuando la ciudad se enteró que 13 obras fueron robadas del museo Isabella Stewart Gardner. El atraco fue hecho por dos individuos vestidos de policía. En 81 minutos cortaron lienzos para quitarlos de los marcos y desatornillar un águila de bronce perteneciente al estandarte de Napoleón. El botín corresponde a más de medio billón de dólares y hay una recompensa de 10 millones de dólares por quien dé información sobre las pinturas.

Netflix sacó una miniserie de cuatro capítulos entrevistando a las autoridades que manejaron el caso y planteando varias hipótesis de quiénes orquestaron este robo. Esto es un atraco: El mayor robo de arte del mundo hace una radiografía de los presuntos culpables para indagar así el paradero de las obras, que, lamentablemente, aún siguen desaparecidas, y los marcos vacíos siguen colgados en las paredes del museo esperando algún día que regresen.

No fue un robo espontáneo. La evidencia muestra que todo fue cautelosamente planeado y quienes hicieron el hurto sabían qué llevarse. De entre esas obras se llevaron un jarrón Ku de la dinastía Shang de más de 3 mil años, un paisaje de Govaert Flinck, varios dibujos de Degas sobre carreras de caballo, la moharra napoleónica, y pinturas importantes como Chez Tortoni de Manet, El concierto de Vermeer, La tormenta en el Mar de Galilea, Una dama y un caballero en negro y un autorretrato de Rembrandt.

Existen dos tipos de hurto a museos: el destructivo, cuyas piezas –muchas veces joyas u objetos de metales preciosos y pedrería–, son despedazadas para generar ganancias al minoreo; y el no destructivo, generalmente realizados para extorsionar a los dueños con el cobro de los seguros, como parte de un motín en un robo a casa habitación, o por encargo de coleccionistas y anticuarios. Unas personas piensan que las obras fueron usurpadas para un coleccionista, otros, para ser vendidas en el mercado negro y comprar armas para la IRA (Ejército Republicano Irlandés), y la teoría más probable, para que miembros de la mafia italiana tuvieran un comodín en caso de ser encarcelados y usar las pinturas como moneda de intercambio para su libertad. 

El problema real de esto, independiente de la voluntad de los ladrones, fue la carencia de seguridad, ya que sólo contaban con cámaras, dos guardias y algunos sensores de acceso y salida de salas. Fuera de eso, no estaban preparados con sistemas más sofisticados. Desde este hecho, la seguridad museística ha mejorado y muchos museos comprenden que el robo de una pieza artística no sólo es una pérdida monetaria, pero patrimonial. Hoy en día, no bastan medios pasivos como muros y  cerraduras, o medios móviles como puertas blindadas y rejas enrollables, sino un sistema inteligente que vigile la periferia, la sala, el objeto y diversos daños, desde temblores como incendios.

Los vigilantes del museo deben estar preparados para cualquier emergencia, pero deben contar con un equipo de seguridad complejo como contactos magnéticos en puertas y ventanas, detectores de rayos infrarrojos, sensores de vibración, cables horizontales, redes de fibra óptica, detectores de presión en el suelo, detectores de microondas, videosensores, detectores de rotura de cristal, detectores piezaeléctricos, detectores de ultrasonidos, detectores de infrarrojos, detectores capaciticos, detectores combinados, sistemas anti-alarma por radio, y Micro-Trace con cristales de memoria. Aunque todo esto suena a un plan de protección contra ataques tipo Misión Imposible, son necesarios, pero lamentablemente no todos los museos cuentan con el presupuesto para contratar estos sistemas.

Las 13 piezas llevan 30 años desaparecidas y no se sabe cuándo podrán regresar. Con el tiempo que pasa, la recompensa aumenta y el hueco en el patrimonio cultural y artístico también. Esperemos que, como ya ha sucedido en otras ocasiones, alguna persona encuentre las obras en un sótano o en un mercado de pulgas en Medio Oriente deseando que hayan estado en buenas condiciones de conservación. Ojalá se animen a ver el documental y compartan sus hipótesis.

Publicado por Miss Chalak

Curiosa empedernida y adicta a la hipervinculación. Descubrió que es amante de la semiótica y los idiomas cuando estudiaba una maestría en Historia del pensamiento. No entiende por qué decidió describirse en tercera persona.

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