
El mito del hombre lobo ha existido desde la Antigüedad. Publio Petronio Nigro narró, en El Satiricón, la transformación de un soldado en lobo en un cementerio cuando la luna estaba llena. Antonio de Torquemada, en Jardín de flores curiosas, hizo la crónica de cómo se encontró un hombre en el reino de Galicia que se escondía en el bosque y andaba con un pellejo de lobo. Desde tiempos de Nerón hasta la época contemporánea, los hombres lobo llegaron a América a través de la figura del loup garou del vudú haitiano, como hombres que se convertían en animales y se alimentaban de niños.
Existen varias hipótesis sobre el origen de la licantropía. Una de ellas es la combinación entre el envenenamiento por cornezuelo (un hongo que crece donde se guarda el centeno y del que proviene el LSD) que normalmente afecta pueblos completos provocando alucinaciones, histeria colectiva y paranoia, y el folklore de brujería, chamanismo, e incluso posibles asesinos seriales. Otra, sería por personas que tienen hipertricosis, una rara enfermedad genética que provoca exceso de vello, incluso en las palmas de manos y pies, o por personas con porfiria cutánea tarda, una enfermedad en la que la piel se daña por la radiación de rayos ultravioleta por lo que aumenta la cantidad de pelo para protegerla.
La hipertricosis congénita lanuginosa, la más extrema de las variantes que genera hasta pelos de 25 centímetros de largo, es extremadamente extraña, con 50 personas afectadas reportadas desde la Edad Media hasta la actualidad. El primer caso notificado fue el de Petrus Gonsalvus, un hombre de origen guanche, que nació en Tenerife, Canarias, en 1537. Por su peculiar físico causó fascinación en Europa y cuando era aún un niño, fue llevado a la corte de Enrique II de Francia.

El rey se propuso, desde el principio, desterrar el lado salvaje del niño, concepto que interesaba a Europa desde la colonización de nuevos pueblos carentes de tecnología y de la normativas de urbanidad de la época, e inculcarle una buena educación y costumbres sociales refinadas. Al hablar con Gonsalvus en español, Enrique II descubrió que su nombre era Pedro González y que provenía de la familia de un jefe tribal de la isla de Tenerife. A partir de ese momento fue instruido en humanidades y latín.
Con su educación, Don Petrus Gosalvus, conocido también como el “Salvaje Gentilhombre de Tenerife”, fue considerado parte de la aristocracia y como parte de la nobleza debido a ser descendiente de un rey guanche. Tenía el puesto de sommelier de panneterie bouche du roy (o experto catador en panadería boca del rey), puesto reservado para los nobles de mayor rango y con un sueldo de 240 libras anuales. Vivió durante 44 años en la corte parisina, hasta que se casó con una dama de compañía de la reina Catalina de Médicis de nombre Catherine.

(Fuente de la imagen: El Cultural Canario)
Después de su matrimonio, se trasladaron a Ambras, Austria, A la muerte de la reina Catalina de Médicis, el duque de Mayenne cedió a tan singular familia al duque de Parma, Ranunccio Farnese. La pareja tuvo seis hijos, Madeleine, Enrique, Françoise, Antonietta, Horacio, y Ercole, siendo solo Françoise y Ercole los únicos que no heredaron los genes de hipertricosis. Don Pedro González murió en 1618 en Capodimonte, siendo el primer caso documentado en la historia debido a su aparición en diversos documentos guardados en los archivos del Vaticano, de Roma y de Nápoles, y por los numerosos retratos que se le hicieron durante su vida como el “Hombre Lobo Canario”.
Madeleine. Escuela alemana, siglo XVI, Innsbruck, Castillo de Ambras. Enrique. Escuela alemana, siglo XVI, Innsbruck, castillo de Ambras. Antonietta. Óleo de Lavinia Fontana (1552-1614), Museo de Bellas Artes.
Este tipo de enfermedades no causan ningún malestar físico pero sí mental y anímico debido a la discriminación social con la que se trata a “personas diferentes”. La recepción de Don Pedro González en la corte francesa fue una excepción, debido a que muchas personas con este síndrome se han convertido en parias, siendo atacados, y muchas veces, encontrando trabajo en circos y gabinetes de curiosidades para sobrevivir. Ser diferente es maravilloso, y Don Gonsalvus nos demostró que a pesar de su hipertricosis no tuvo ni un pelo de tonto ni de salvaje.